Si buscas el término ‘aborto’ en la RAE (Real Academia Española) encontrarás como segunda acepción lo siguiente:
Aborto. 2. Interrupción del embarazo por causas naturales o provocadas.
Poner al mismo nivel el aborto de una persona que voluntariamente decide acabar con la vida de su hijo con el de una persona que pierde un bebé al que desea, por causas ajenas a ella y sobre las cuáles no puede interceder, nos parece ya no un despropósito, sino un grave error de concepto. Utilizar el mismo término para referirse a ambos casos, en cierta forma, los pone a la misma altura y hace parecer que no existe diferencia, cuando si la hay. Una abismal, además.
En el habla inglesa, por ejemplo, si existe dicha diferenciación en el lenguaje. Una diferenciación terminológica, a nuestros ojos fundamental. Tienen palabras completamente diferentes para referirse a cada uno de los procesos puesto que entienden que nada tienen que ver el uno con el otro y que, por tanto, no tiene sentido utilizar la misma palabra.
Mientras que para ellos un aborto provocado si que significa lo mismo que para nosotros, ‘abortion’, a lo que nosotros a día de hoy seguimos calificando de aborto espontáneo, ellos lo llaman ‘miscarriage’. Nada que ver una palabra una con la otra.
En este sentido, la lengua inglesa cuenta con un vocabulario mucho más rico que el castellano, en cuestión de matices sobre todo, que a veces si se antojan necesarios, como lo es en el caso que nos ocupa.
Hemos considerado interesante compartir con vosotros, a modo de curiosidad y con el fin de reivindicar, este matiz que en otros idiomas si se hace, pero que en el nuestro no. Ojalá y en nuestra lengua también existiera dicha separación, porque las consecuencias psicológicas que acarrea el perder a la vida que llevas dentro no son comparables.